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¿Se puede correr con Asma?

Pablo Pacheco

En mi caso personal, mientras atravesé mi infancia y mi adolescencia, etapa en la que empecé con el aerobismo, varias veces con mis padres primero y luego por mi cuenta, acudí a mi médico de cabecera para realizarme chequeos de rutina.

Hasta bien pasada mi adolescencia e incluso en los primeros años como adulto joven, los resultados de las auscultaciones y de las espirometrías arrojaban que mi capacidad pulmonar era excelente.
Incluso algunos años de haber integrado el Coro Nacional de Niños de Buenos Aires, me ayudó en que las técnicas de respiración para el canto, a través de la inspiración y espiración diafragmática, hicieran que mi ventilación pulmonar fuera sobresaliente, lo cual se plasmaba en los estudios y exámenes médicos respectivos.

Lamentablemente hacia mis 25 años, todavía no se realmente bien la causa puntual, pero evidentemente fue emocional y por un trabajo muy estresante que por entonces desempeñaba, hizo que en mis carreras notara cada vez más la falta de aire, la sensación antes nunca experimentada de ahogo e incluso derivar tristemente hacia padecer claustrofobia hacia los lugares muy pequeños. Algo totalmente nuevo y angustiante para mi.

La consulta con el médico derivó en la visita hacia un neumonólogo, que análisis mediante, me diagnosticó ASMA. No lo podía creer. Yo, aquel adolescente que poseía una entrada de aire y una ventilación pulmonar excelentes con chequeos y exámenes que arrojaban resultados sobresalientes...

Tuve que iniciar el tratamiento respectivo y a partir de allí medicarme de por vida. Pasé una etapa deprimido en donde dejé de correr, incluso con temor, ya que una vez salí a trotar, desafiante como si nada pasara, como si "esto a mi no podía ocurrirme" y padecí un broncoespasmo producto del ejercicio, que me hizo poner los pies sobre la tierra.

Cuando el amor por el running combinado con la consulta a un médico neumonólogo y deportólogo hicieron que volviera a correr, ya no fue lo mismo: los estudios, tras 10 años de haberse detectado mi Asma, arrojaron que esa sobresaliente capacidad pulmonar que detentaba antes, ahora se viera reducida al 67%: algo así como tener un pulmón y 1/3 en lugar de 2 pulmones.

Pero apuntalado justamente por mi neumonólogo, quien me aconsejó no solo volver a correr, sino seguir haciéndolo, combinado con la medicación adecuada, hizo que dejara mis lamentos y frustraciones de lado, y hoy por hoy soy un corredor asmático que promueve el aerobismo: no tiene por qué existir impedimento para quienes padecemos Asma en practicar, no solo correr, sino cualquier deporte que amemos.    

Un deportista asmático no debe olvidar a la hora de comenzar a ejercitarse:
  • Estar correctamente controlado médicamente.
  • Emplear la medicación recomendada.
  • Ser conscientes de los límites personales del corredor. Se trata de saber si a una intensidad de esfuerzo determinada se desencadena una crisis asmática o no.
  • Correcto calentamiento e inicio progresivo.
  • Elegir la actividad física que menos desgate físico genere, estando libre de posibles crisis asmáticas.

No lo digo sólo yo; he aquí lo que dice una profesional especialista en la materia, que además es pediatra:

La Dra. Elana Pearl Ben-Joseph, es médica y pediatra, editora médica de la revista KidsHealth, editora de la página web del Nemours Center for Children's Health y especialista integrante del equipo médico del Hospital de niños Alfred DuPont de Willmington, estado de Delaware, EE.UU. Posee experiencia en el tratamiento de niños y adolescentes que practican deportes y son asmáticos. 

He aquí sus recomendaciones, dirigidas no sólo a adolescentes, sino también a adultos con la enfermedad.

La gente que padece Asma puede hacer más que practicar deporte: puede destacar en el deporte. Incluso aunque no quieras ser atleta profesional, el hecho de estar activo y hacer deporte puede beneficiar mucho a tu salud. Te ayudará a mantenerte en forma, a mantener un peso saludable e, incluso, a fortalecer los músculos pectorales que participan en la respiración. Si tienes asma, esto último es especialmente importante porque puede contribuir a que los pulmones te funcionen mejor.

El deporte también tiene fantásticos efectos beneficiosos sobre la salud emocional: al hacer ejercicio, el cuerpo fabrica endorfinas, unas sustancias químicas que hacen que la persona se sienta más tranquila y feliz. El ejercicio físico ayuda a algunas personas a dormir mejor. Y también puede ser de gran ayuda en algunos problemas psicológicos, como la depresión leve: cuando uno se siente fuerte puede verse a sí mismo con mejores ojos.

¿Qué deportes son más recomendables?


Hay algunos deportes que no tienen tantas probabilidades de ocasionar problemas a la gente que padece asma. Por ejemplo, los llamados cíclicos como el running, la natación, el patín de fondo y el esquí de pista tienen menos probabilidades de desencadenar crisis asmáticas. Deportes "acíclicos" como el béisbol, el fútbol, la gimnasia y el atletismo (en carreras de velocidad, salto de obstáculos, lanzamiento de jabalina, etc., -excluyendo las actividades de resistencia como el running-) suelen ser menos adecuados para las personas con asma.

Los deportes de resistencia extrema, como correr trayectos muy largos, el ciclismo de fondo (y el triatlón), y aquellos que requieren hacer un gasto energético durante un período de tiempo prolongado, como el fútbol y el baloncesto y que incluyen además numerosas pasadas en velocidad, pueden ser menos recomendables para una persona con asma. Esto es especialmente cierto para los deportes que se practican en condiciones de frío, como el esquí de travesía o el hockey sobre hielo. Pero esto no significa que tengas que renunciar a esos deportes si disfrutas mucho practicándolos. De hecho, muchos atletas que tienen asma han comprobado que, con el entrenamiento y la medicación adecuados, pueden practicar cualquier deporte que elijan.

¿Qué precauciones deberías adoptar?


Antes de hacer deporte, tu asma debería estar bien controlada - en otras palabras, no deberías estar teniendo muchas crisis. La mejor forma de tener el asma bajo control es seguir al pie de la letra tu plan de acción contra el asma, tomándote todos los medicamentos que te haya recetado el médico -incluso cuando te encuentres bien. Si te saltas algunas tomas de la medicación "de control", o preventiva, tus síntomas podrían empeorar. Si te olvidas de tomar los medicamentos contra el asma que te ha recetado el médico antes de hacer ejercicio, podrías sufrir una fuerte crisis asmática e, incluso, tener que acudir a un servicio de urgencias médicas. Deberías llevar siempre encima la medicación "de rescate", o alivio inmediato, incluso durante los entrenamientos, por si tuvieras una crisis.

Habla con tu médico sobre tus planes para entrenar y practicar deporte. Tal vez te sugiera algunas estrategias de entrenamiento. Dependiendo de cuáles sean los desencadenantes de tus ataques de asma, es posible que esas estrategias incluyan evitar los entrenamientos al aire libre cuando los niveles de polen y esporas sean altos, llevar bufanda o un pasamontañas cuando entrenes al aire libre durante los meses de invierno, respirar por la nariz en vez de la boca al ejercitar, o asegurarte de que siempre dedicas unos minutos al calentamiento antes de hacer ejercicio y al enfriamiento al acabar la sesión. Estas sugerencias deberían estar escritas en tu plan de acción contra el asma.

Asegúrate de que tanto tu entrenador como tus compañeros de equipo saben que tienes asma y entienden cuándo necesitas tomarte un respiro y qué pasos se deberían seguir en el caso de que tuvieras una crisis. Cuando lleves un tiempo, aprenderás a escuchar tu cuerpo y sabrás cómo evitar o controlar tus problemas respiratorios durante los partidos o entrenamientos.

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